Jesse Livenmore es una figura única en la historia del intercambio. Fue él quien logró lograr lo que ni antes ni después de él pudo ser repetido por ningún corredor de bolsa. En 1907, ganó tres millones de dólares en un día, causando un enorme colapso del mercado financiero. En 1929, una vez más logró hacer manipulaciones similares, ganando más de cien millones de dólares en el colapso del mercado. Pero esta vez tomó más de un día.
El camino a la riqueza de Jesse Livenmore era bastante difícil. Entendió que el mercado no es un casino o una lotería y, confiando sólo en la suerte, hay muy pocas posibilidades de ganar el mercado.
Así que al principio de su carrera comercial analizó cuidadosamente todos los movimientos del mercado: buscando modelos de comportamiento de precios, considerando los patrones en el movimiento del mercado, analizando las estrategias comerciales de otras personas y desarrollando las suyas propias. Al mismo tiempo, mantuvo un diario de comerciante, donde escribió miles de operaciones y operaciones con el fin de someterlos a análisis técnicos y funcionales escrupulosos y encontrar la clave para el éxito de la negociación en la bolsa de valores.
Mientras Jesse Lievenmore estudiaba las estrategias de otras personas y se interesó en las evaluaciones del mercado de expertos, trató de no seguir los consejos de los forasteros si estaban en contra de su propia opinión. Lievenmore siempre se mantuvo separado, era reservado y reacio a compartir sus pensamientos. Al mismo tiempo, tenía poco interés en las opiniones de otras personas, al menos no en tomarlas como base para su estrategia. El comerciante recuerda que esas raras transacciones, que hizo sobre la base de la opinión o el consejo de otros, nunca fueron rentables. Vale la pena señalar que Lievenmore hizo su primer trato a la edad de 15 años, y para cuando tenía treinta años ya se había convertido en millonario.